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miércoles, 19 de febrero de 2014

"El luchador"

En el año 2008 se estrenó esta película protagonizada por Mickey Rourke, titulada El luchador. Así, a primera vista y siguiendo la trayectoria de este actor, pocas bazas había para ir al cine. Para más inri, la temática del film se centraba en el mundo que rodea la vida de los participantes del espectáculo del wrestling, en Estados Unidos, en principio poco atractivo. Sin embargo y como sucede muchas veces, había que leer más allá del nombre del protagonista y fijarse en quien se encontraba detrás de esta producción. Y ahí estaba el muy personal y peculiar director, Darren Aronofsky. Y a partir de este dato, no había más que sumar parabienes hacia una película de corte independiente, que rebosa calidad por los cuatro costados.

El director, nos plantea los últimos coletazos de un veterano luchador de wrestling, que tras sufrir un ataque al corazón, decide retirarse de los combates que le hacían arrastrarse por medio país, para intentar recuperar el cariño de su hija, con la que no se habla desde hace años. Paralelamente, establece una relación con una striper, interpretada por Marisa Tomei. Estas almas solitarias y perdidas en la sociedad del profundo Estados Unidos, necesariamente tienden a entenderse y ha buscarse. Sin embargo, esta jubilación obligada por las circunstancias, no termina de cuajar en la vida de este viejo gladiador de los rings.
Si bien, el perfil de Rourke encaja en el papel que interpreta en la película, lo verdaderamente sorprendente, es el gran trabajo de interpretación que realiza en esta película. Consigue transmitir los sentimientos encontrados del protagonista, que ante el abandono de su profesión de luchador, no termina de encontrar un sitio en la vida. Como dice en un momento de la película, "la vida de ahí fuera hace más daño que las heridas sufridas en el ring", mostrando al espectador su sufrimiento y su desesperación ante la cotidianidad de un mundo del que ya no puede formar parte, su auténtica pasión, el wrestling. Marisa Tomei, le acompaña en un papel medido, encarnando a una madre soltera, que subsiste bailando en la barra americana de un local de striptis, del que desea huir lo antes posible. Realiza un grandísimo trabajo, demostrando que cuando la dirige un especialista en personajes, es capaz de dar mucho de sí. No por casualidad, sendos papeles fueron nominados a los Oscar de aquel año.

Con un guión solvente, muy trabajado en el aspecto interior de los protagonistas y donde las peleas denostadas de viejas glorias del wrestling toman cierto protagonismo, el resultado se presenta como una película íntima, personal, que ahonda en el alma de los personajes. En definitiva, una película de autor, que no cae en sentimentalismos, pero hiere en lo más profundo de nuestro ser y está compuesta para crear una conmovedora producción.

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