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viernes, 31 de enero de 2014

"El lado bueno de las cosas"

La gran sorpresa del 2012, esta película dirigida por David O. Russell, fue capaz de hacerse un hueco entre la pléyade de películas que tuvimos la suerte de disfrutar aquel año, formando parte de las elegidas para competir en un gran número de premios, incluidos los Oscar, donde tuvo 8 nominaciones (entre ellas los cuatro nominaciones a actor/actriz). Con un director serio, de los llamados de personajes y un plantel de actores y actrices, a primera vista curioso, pero que resultó muy acertado, esta película se ganó la gracia y parabienes de la crítica y aficionados.


El protagonista, Pat, interpretado por un sorprendente y ajustado Bradley Cooper, tras pasar una temporada ingresado en un sanatorio por agredir al amante de su esposa, regresa a casa, con mucha confusión y con más de un problema personal sin superar. Su lema es precisamente el título de la peli, el sacar el mejor partido, el lado bueno de las cosas, para seguir avanzando en la vida. En un momento dado, conoce en una cena de unos amigos a Tiffanny, interpretada por la super galardonada Jennifer Lawrence, que también atraviesa un momento complicado tras perder a su marido en un accidente. Ambas personalidades, con un carácter esquizofrénico y bipolar, chocan y a su vez se atraen, dependiendo del momento y la actitud mental de cada unos de ellos en cada situación determinada. El afán de Pat por recuperar a su mujer, le une a Tiffanny en una especie de intercambio de favores, por el que Pat deberá participar en un concurso de baile, lo que unirá a ambos en la búsqueda de distintos fines.
Es interesante la participación en la película de dos grandes actores, en los papeles de los padres de Pat. Una estupenda y sufridora madre, Jacki Weaver,  y un recuperado y bastante acertado Robert de Niro, que también estuvo nominado a un Oscar, por la interpretación de un ansioso y obsesivo aficionado a los Eagles, su equipo de futbol americano. El resto del plantel acompaña perfectamente una historia creada para la pareja protagonista, que en un trabajo complejo, realizan una interpretación sino excesivamente convincente, si ajustada y de cierta calidad.
Los primeros dos tercios de la película aguantan perfectamente un guión inteligente, dotado de cierta sensación de falta de control, pero que ahonda en profundidad a los personajes, que analiza la confusión que reina en la cabeza y entorno de los protagonistas. Sin embargo, conforme llegamos al final, a la última media hora, da la impresión de que la película se desinfla, se convierte en un film endulcorado, blando, que en mi opinión desmerece el recorrido alocado, pero muy ajustado del resto del film. Respecto a la elevación como estrella de Hollywood a Jennifer Lawence, me permito disentir de este tratamiento. No llego a descubrir qué característica interpretativa puede haberle concedido el Oscar como la mejor actriz del año. Para gustos los colores.


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