Película producida por Guillermo del Toro, nos cuenta cómo después de unos años de permanecer desaparecidas, dos niñas son encontradas en una cabaña en la profundidad de un bosque. Las circunstancias en las que desaparecieron y su supervivencia a lo largo de los años, marcarán la vida del tío de las niñas y su novia, al acoger en su vida a las dos criaturas. A partir de este momento, extrañas actividades rodearán su reencuentro con la civilización y con un nuevo ambiente familiar.
Estamos ante una película clásica de terror, en la que una serie de experiencias rodean el entorno de las niñas. Obviamente no voy a referir las circunstancias y el devenir de la película, pero quisiera llamar la atención sobre la estética y poética de la película. A pesar de ser un tema repetido en los últimos años, la historia que rodea a los niños, a la casa en la que viven y a las personas que los adoptan, la depurada y cuidada realización de la película, junto a una estética elegante y pulcra, crean un imaginario novedoso y especialmente atractivo, muy propio de el universo del productor Guillermo del Toro.
En algunos momentos inquietante, en otros aterrador, este film oscuro y tenebroso, logra imbuírnos de su marca visual diferente y especial. A pesar de la película transcurre hacia tópicos bastante utilizados en las películas de terror, el director Andrés Muschietti, logra construir un producto potente y formalmente impecable. A esto hay que unir el gran trabajo de la actriz Jessica Chastain, que consigue que su actuación resulte, sino creíble, si llena de madurez y cierta complejidad. Un guión, que si bien se desinfla conforme la película llega a su final, consigue mantener en el sillón al espectador, con su sustos, sorpresas y misterios que poco a poco van desvelando los rincones más ocultos de la historia. Una película de género con detalles estilísticos que le aportan cierta calidad.