Años después del taquillazo y de las buenas críticas sobre la película Tropas de élite, en la que el director José Padilha, nos relata la lucha del Batallón de Operaciones Especiales Policiales (BOPE) de Río de Janeiro en su lucha contra la delincuencia, la droga de las fabelas y la corrupción generada por su tráfico y comercio, y tras haber ganado numerosos premios internacionales, como el Oso de Oro de Berlín, el director decidió dar un paso más y ahondar en la corrupción política y policial del país Brasileño, con el estreno de su segunda parte.
La película comienza con el ascenso del coronel Nascimento, protagonista de la anterior cinta, a subsecretario de Inteligencia, lo que en principio le da más poder para poder acabar con la droga y la delincuencia. Sin embargo, precisamente al producirse esto, es la rama más corrupta de la policia y de la administración la que a modo de mafia, se hace con el poder de las fabelas, en las que actúa sin control mediante la imposición de impuestos y tasas bajo manga, con lo que la corrupción campa a sus anchas sin que nadie pueda evitarlo.
Nuestro protagonista, poco a poco irá dándose cuenta de lo inútil de su trabajo y que realmente la lucha tiene que darse contra las personas que trabajan a su alrededor, ya sean políticos, burócratas o altos mandos de la policía. El director no tiene un ápice de miedo al contar y criticar duramente la política y la estructura de corrupción que encontramos en Brasil y especialmente en Río de Janeiro, señalando directamente a las altas esferas del gobierno y de la administración. Si bien no dejamos de disfrutar de buenas y tensas escenas de acción en toda la película, si que el espíritu crítico y social, ocupa una parte importante de la filosofía y del mensaje del film.
En su comienzo, se avisa al espectador de que todo parecido a la realidad es casualidad, sin embargo resulta claro que el director asume la responsabilidad de apuntar y criticar claramente a una sociedad corrupta, todavía dominada por elementos armados que, ya sea por droga, por dinero o simplemente por poder, son capaces de cualquier cosa. Y yo me pregunto... ¿Va a ser este país capaz de organizar de manera firme, transparente y segura los Mundiales de futbol de 2014 y las Olimpiadas de 2016? Mucho trabajo tiene por delante el gobierno de Brasil, a nada que lo visto en las películas de Padilha tenga algo cierto o solo un lejano parecido con la realidad.
La película comienza con el ascenso del coronel Nascimento, protagonista de la anterior cinta, a subsecretario de Inteligencia, lo que en principio le da más poder para poder acabar con la droga y la delincuencia. Sin embargo, precisamente al producirse esto, es la rama más corrupta de la policia y de la administración la que a modo de mafia, se hace con el poder de las fabelas, en las que actúa sin control mediante la imposición de impuestos y tasas bajo manga, con lo que la corrupción campa a sus anchas sin que nadie pueda evitarlo.
Nuestro protagonista, poco a poco irá dándose cuenta de lo inútil de su trabajo y que realmente la lucha tiene que darse contra las personas que trabajan a su alrededor, ya sean políticos, burócratas o altos mandos de la policía. El director no tiene un ápice de miedo al contar y criticar duramente la política y la estructura de corrupción que encontramos en Brasil y especialmente en Río de Janeiro, señalando directamente a las altas esferas del gobierno y de la administración. Si bien no dejamos de disfrutar de buenas y tensas escenas de acción en toda la película, si que el espíritu crítico y social, ocupa una parte importante de la filosofía y del mensaje del film.
En su comienzo, se avisa al espectador de que todo parecido a la realidad es casualidad, sin embargo resulta claro que el director asume la responsabilidad de apuntar y criticar claramente a una sociedad corrupta, todavía dominada por elementos armados que, ya sea por droga, por dinero o simplemente por poder, son capaces de cualquier cosa. Y yo me pregunto... ¿Va a ser este país capaz de organizar de manera firme, transparente y segura los Mundiales de futbol de 2014 y las Olimpiadas de 2016? Mucho trabajo tiene por delante el gobierno de Brasil, a nada que lo visto en las películas de Padilha tenga algo cierto o solo un lejano parecido con la realidad.