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martes, 24 de septiembre de 2013

"El inglés que subió una colina pero bajo una montaña"


Imagínate un pequeño pueblo del sur de Gales durante la 1ª Guerra Mundial. La vida cotidiana se reduce al trabajo del campo y a la extracción de carbón, en una población donde la mayoría de los jóvenes está combatiendo en Francia. Un buen día, un par de oficiales de topografía ingleses al servicio de su majestad, aparecen en la taberna del pueblo y hacen saber que van a medir la altura de la elevación montañosa más famosa y querida, cercana a esta población. Cual es la sorpresa de los galeses cuando estos ingleses les dicen que si la elevación no llega a los 1.000 pies de altura no podrá denominarse montaña, quedando para siempre en los planos como una simple colina.
Está entrañable y deliciosa comedia de 1995, nos cuenta los ingenios que tienen que realizar los habitantes de la población para conseguir que la más famosa elevación de la región, sea considerada en los mapas de Gran Bretaña como una montaña, con todo el sentido de sus palabras. Porque como dicen en un momento del film, los galeses han nacido de las montañas de su nación y han sobrevivido entre ellas, como un símbolo de propiedad del País de Gales. A lo largo de la película las diferencias entre el pícaro tabernero y el párroco de la iglesia, dan acidez y comicidad hasta puntos divertidísimos. Así mismo la situación de un veterano de guerra y su hermana, una joven sirvienta del pueblo y en definitiva, el conjunto de los habitantes de la zona, crean un marco en el que la película juega entre la comicidad de sus protagonistas, el patriotismo de los galeses y la rectitud de los dos topógrafos ingleses. Una fotografía espectacular y una banda sonora llena de melodías de folk y otras más propiamente galesas, como cuando suena la famosa marcha "Men of Harlech", inundan las escenas de amor a su tierra y a la campiña galesa, vistiendo de belleza toda la película.
Destacan las interpretaciones de Colm Meaney, como el tabernero y de Kenneth Griffith, encarnando al párroco intolerante pero de buen corazón. Hugh Grant es la estrella de esta cinta, pero su papel no resalta por encima de los demás actores. En conjunto, funciona como una película coral, razón por la que no entiendo demasiado el cartel monopolizado por el actor británico. Todo ello para presentar una película con mucho encanto, simpática y costumbrista, que pretende realzar el patriotismo de un pueblo fiel a sus más profundas tradiciones.