Un francotirador dispara contra
una serie de personas y gracias a la investigación policial es detenido. En un
momento dado del interrogatorio, el delincuente dice a la policía un nombre,
Jack Reacher, quien resulta ser un lobo solitario, ex policía militar, que se
encargará de descubrir la veracidad de los hechos, ayudando en el proceso a la
abogada defensora.
Este es, más o menos, el
argumento de la película protagonizada por Tom Cruise el pasado 2012. Sin
entrar a descubrir los entresijos de la trama, conforme va avanzando la el
metraje llegamos a la conclusión de que nos encontramos con un producto que
tiene el típico perfil de una posible saga, a imagen y semejanza de James Bond,
Bourne o Misión Imposible. Un hombre solitario, con preparación especial y amplias
dotes detectivescas, busca la verdad contra viento y marea, enfrentado a un
grupo de malos malísimos, cuyo objetivo delictivo, tiene que investigar. ¿Os
suena no? Efectivamente, el argumento está hiper-manido y resulta bastante
previsible.
Pero como hemos visto en otras
sagas, si la dirección es buena, juega con un guión solvente y los actores
defienden la película en la pantalla, estaríamos ante un interesante producto…
Pero resulta que no es el caso. La trama no termina de ser creíble, no parecen
justificables los medios para lograr el fin. Las escenas de acción, que son
pocas, están bien dirigidas, pero no ofrecen nada nuevo. Incluso una de las
peleas de Cruise, recuerda demasiado a uno de los duelos de la película de “El
último samurai”, cuando el protagonista pelea contra cinco enemigos que le
rodean. Los actores realizan un trabajo mediocre, sobre todo en el papel de la
abogada, Rosamund Pike resulta bastante pobre. Solo Robert Duball defiende
su trabajo, en un plano secundario y muy residual, casi anecdótico. Las
persecuciones de coches, están bien filmadas y los efectos de sonido son
francamente buenos, y por lo que he leído las escenas con los coches las rodó personalmente Tom Cruise sin
utilización de dobles.
A Jack Reacher le falta
originalidad, recuerda demasiado a otras películas y Tom Cruise, aunque
pretenda cambiar su perfil interpretativo, no consigue quitarse de encima
cierta prepotencia a la hora de interpretar sus personajes. El resultado es una
película que en momentos determinados aburre y su final te deja con la simple
idea que ya la habías visto antes.