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martes, 4 de junio de 2013

"El Topo"



John Le Carré es uno de los escritores más adaptados al cine. Sus libros sobre el espionaje y los dedicados a la guerra fría han permitido a diversos directores, trasladar a la pantalla gran número de sus novelas, que ya en papel fueron grandes éxitos de ventas.  “El espía que surgió del frío”,  “La chica del tambor”, “La casa Rusia”, “El sastre de Panamá” o “El jardinero fiel” son algunos destacados ejemplos. La útima adaptación ha sido la película “El Topo”, dirigida en el año 2011 por Thomas Alfredson y nominada a varios premios internacionales, incluidas las tres nominaciones a los Oscar de Hollywood. 

Su argumento nos sitúa en los años 70. El fracaso de una misión de espionaje en Budapest provoca un cambio en el mando de los Servicios Secretos Británicos, lo que lleva a la jubilación anticipada de nuestro protagonista, llamado Smiley. Un año después surge la sospecha sobre la existencia de un topo en la cúpula de los Servicios Secretos. Smiley llevará a cabo una serie de indagaciones e investigaciones para descubrir al traidor. El director consigue plantearnos de manera fiel, características propias de la guerra fría como, la tensión, la desconfianza, las traiciones... sobre todo gracias al perfecto y medido uso de la cámara. Aunque pareciera imprescindible para su entendimiento, explicar detalladamente cada uno de los sucesos que conforman la extensión de la novela, Alfredson consigue mediante el manejo de la cámara y un guión medido y no excesivamente extenso, transmitir el ambiente casi claustrofóbico y de inseguridad en la vida de los agentes secretos y su cúpula de mandos. El uso elegante de las imágenes encuentra su mejor aliado en las actuaciones soberbias de todo el elenco de actores. Las miradas casi imperceptibles, los gestos perfectamente calculados y sus grandes actuaciones, hacen que el espectador se involucre de lleno en el argumento de la película. 
Por encima de todos, la actuación de Gary Oldman, en uno de sus mejores trabajos, es impecable. Su calculada y nada histriónica actuación, nos presenta a un Smiley perfectamente creíble. Sus silencios son cristalinos y sus miradas profundas y delatoras forman parte del guión. Resultan indispensables para entender la historia. En mi opinión, debió ganar el oscar a mejor actor, al que fue nominado hace dos años. Referirme a la ambientación, montaje y banda sonora, no es en este caso, tratar de características menores de esta cinta. Es más, sin la aportación de estos elementos, no estaríamos ante la misma película. El tratamiento de la ambientación es estupendo, sobre todo en lo referente a la sede de los Servicios Secretos. El mobiliario, las cabinas, las salas de trabajo, los archivos… Todo ello nos traslada de manera impecable a lo que podíamos concebir como el centro neurálgico del espionaje en Londres. El montaje nos facilita el seguimiento de un guión, que aún siendo muy bueno, necesita de una presentación clara para que el espectador no se pierda en la trama de los hechos. Y por último y no menos importante, la magnífica partitura de Alberto Iglesias, un referente dentro de los compositores del actual cine mundial. 
Todas estas características juntas, componen una película casi redonda y llena de matices, pero no por ello menos entretenida. Realmente una de las mejores películas del año 2011.