Alphose Daudet es uno de los
escritores franceses más importantes del siglo XIX. Conocí su obra cuando leí
“Tartarín de Tarascón”, uno de los libros más refrescantes y divertidos de los
que he podido disfrutar. A partir de ese
momento me comprometí a leer más trabajos de este autor. Novelas como “Jack”,
“El Nabab” o “La Evangelista” no hicieron más que confirmar que Daudet es uno
de esos escritores del XIX de lectura obligada. Nos encontramos, por lo
general, con obras costumbristas, que cuentan de manera realista el día a día
de sus protagonistas.
No hace mucho, mientras merodeaba
a la búsqueda de libros con los que aplacar mi ansia lectora, encontré un ejemplar de la editorial
Debate, del año 2002, titulado “Cuentos del lunes”, compilación de cuentos del
autor al que nos referimos. Además venía acompañado por ilustraciones, una por
cuento, del famoso ilustrador francés Pierre Lissac. Como os podéis imaginar el
libro acabó rápidamente en mis manos.
El volumen consta de dos partes:
La primera consta de 26 cuentos y es un compendio de relatos inspirados y
situados en la guerra Franco-Prusiana de 1870-71, en Argelia y en la Comuna de
París. La segunda parte la componen otros 16 cuentos, en este caso, de estilo
más costumbrista. Los relatos referidos a la guerra
con Prusia y a la Comuna, están situados sobre todo en París, durante el sitio
que ejercieron los prusianos sobre la capital. Nos presentan la vida diaria de
los ciudadanos y las tropas, contada siempre con un estilo fresco y espontáneo.
El espíritu patriótico de un pueblo llevado a la guerra por las ansias de
conquista del emperador Napoleón III, ni siquiera se rinde ante la inminente
derrota. Es más, digamos que este patriotismo se transforma, pero no desaparece
cuando Francia se rinde a los prusianos y en París se forma la Comuna, que no
deja de ser otro tipo de patriotismo sentido por el pueblo más humilde, que sin
embargo caerá bajo el fuego de las propias tropas francesas. Daudet nos
describe las más dispares situaciones. El sufrimiento de una madre por su hijo
destinado en el frente, el valor de los soldados para mantener la bandera del
regimiento en pie ante el avance enemigo, los cotilleos en retaguardia sobre el
avance de la guerra y la manipulación de las noticias del frente, el dolor de
un profesor de Alsacia al que se le prohíbe dar clase en francés y tener que
sustituirla por el alemán… Pero siempre y por encima de todo, el patriotismo
del pueblo, que más allá de sus gobernantes y generales, se siente francés, ya
sea republicano, monárquico o miembro de la Comuna.
En la segunda parte Alphose
Daudet nos representa la vida más costumbrista y diaria del ciudadano francés,
mediante una serie de cuentos sobre la vida de París y regiones francesas que
el autor recorre en durante su vida. Nos encontramos con cuentos fantásticos y
divertidísimos ambientados en la Navidad, con relatos que describen la
diversidad de la geografía y costumbres de las distintas zonas de Francia, con
otros que relatan la vida cotidiana de distintas familias… En definitiva una
amalgama de historias cotidianas que nos presenta la sociedad francesa del la
segunda mitad del siglo XIX. El autor consigue que el lector,
al finalizar la lectura del libro, tenga una idea más o menos cercana a la
realidad de la sociedad francesa en su época, ya sea en el periodo de guerra o
de paz. Y para ello ha utilizado un lenguaje claro, fresco y entretenido. Su
mensaje siempre está rodeado de un halo de comedia. Desde situaciones en la que
describen, por ejemplo, el sufrimiento que pasa el mismo Daudet, durante el
estreno de su obra de teatro, hasta el asalto de un coleccionista de libros a
la búsqueda del último título de un autor recientemente fallecido, pasando por
la descripción de la vida de una perdiz durante la temporada de caza en un coto
francés. Todas estas historias están impecablemente descritas, jugando con el
drama de la situación y la comedia con la que se humaniza ese determinado
momento.
Una delicia de libro, con el que
se disfruta extraordinariamente desde el primero al último cuento. Y no olvidar
las ilustraciones de Pierre Lissac que acompañan a esta edición. Cada una de
ellas representa la esencia de cada texto. En definitiva un libro
imprescindible para el aficionado de los relatos cortos.