Esta película se desarrolla en
1636, durante la invasión Manchú de Corea. Nam Yi, un reconocido arquero,
comienza la búsqueda épica de su hermana, llevada a China por sus captores
junto con gran cantidad de prisioneros coreanos. En sí, la propuesta de la
película no es nueva. El amor fraternal de dos hermanos y la importancia de la
familia, la posición tiránica del enemigo invasor y la veloz carrera por la
libertad de un pueblo subyugado por el enemigo... Contiene todos los
elementos que caracterizan el cine épico en general. Se sitúa en la línea de
otras películas realizadas en el entorno asiático como “La casa de las dagas
voladoras”, “Tigre y dragón” y otros
productos similares.
Este film coreano, aporta varios
elementos que hacen de él un film interesante. En primer lugar, la ya clásica
característica del cine oriental en el tratamientos de la época y la
ambientación, tanto en vestuario como en las costumbres que rodean a la
civilización en cuestión. Por otro lado, la acción no se basa en las peleas de
artes marciales, que a veces no dejan de
ser un conjunto de coreografías repetitivas llenas de movimientos ensayados,
sino en el arte milenario del tiro con arco. No es casualidad, que en la
tradición coreana, el uso de este arma sea uno de los elementos más
significativos de su cultura ancestral. Esto unido a la nada desdeñable
utilización de la cámara, hace de esta película un producto entretenido y lleno
de acción.