Una pareja (Laura y Daniel) decide acoger en su casa a una niña, hija de un amigo recientemente fallecido. Poco a poco, la relación entre Daniel y la niña, se complica cuando empieza a aflorar en la memoria del protagonista un pasado que había decidido enterrar.
El director Antonio Chavarrías, nos presenta una película que juega entre el suspense, la infancia y lo sobrenatural. Realmente la película trata de despistar al espectador planteando un argumento pretendidamente engañoso, llegando a enmarañar la trama. Sin embargo, lo que podría haber sido una historia basada en la complejidad de la psicología infantil, resulta una compendio de conversaciones artificiales y situaciones rebuscadas. Respecto al trabajo de los actores, realizan un trabajo aburrido, sus conversaciones son meros susurros, llegando a dificultar su comprensión, lo que complica el seguimiento de la película. Lo mejor, el papel de la niña protagonista, que en su inocencia, nos plasma el devenir de la trama, llegando a confundir al espectador, consiguiendo en algunos momentos lograr la finalidad del director.
En conclusión, la finalidad de la película se pierde en un guión plano y aburrido, que los actores no consiguen hacer remontar, aunque bien es verdad que al fundir en negro la última escena, se queda una idea sobre las demás: La facilidad con que un/a niño/a puede ser manipulado/a por la influencia del adulto... Y hasta aquí puedo leer.
