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jueves, 28 de noviembre de 2019

Desperta Ferro - "La Guerra de Filipinas 1896 - 1898"

El interés que siempre ha mostrado nuestro país por el llamado Desastre del 98, sobre todo se ha volcado en Cuba y su pérdida, mientras que, básicamente, la visión sobre Filipinas se ha concentrado en la posición de Baler  y en la intervención de los EEUU, poco más. No será casualidad que si actualmente el conocimiento de los hechos que rodearon a la independencia de Filipinas es escaso, lo relacionemos directamente con el interés que aquella colonia levantaba en el español de a pie, es decir, escaso. Sé de primera mano la dificultad que ha tenido Javier Veramendi, director de la revista de Desperta Ferro dedicada a la Historia Contemporánea, en recopilar, estudiar y encontrar información veraz y detallada de los acontecimientos que rodearon aquella lejana guerra que estalló a modo de insurrección para convertirse en primera muestra expendedora del colonialismo norteamericano, tal como también sucediera en Cuba. Debo adelantar que lo logrado en éste número, tanto a nivel de artículos como de ilustraciones y planos, excede lo esperado por su notable calidad y detallismo.
Comienza el número con una introducción a la situación previa al levantamiento en las Filipinas (1896-1898). Por un lado se detalla las instituciones y administraciones españolas. La complejidad del territorio, plagado de islas y diferentes etnias y religiones, marcó la presencia militar y colonial, enfrentando al gobierno español a un intrincado control, frente a dos factores claves. Por un lado, en su aspecto militar, tanto el interior de la isla de Luzón como el sur de Filipinas, mostraban diferentes frentes a vigilar. Mientras, en Manila, los filipinos pugnaban por más autogobierno, más presencia en el congreso de Madrid, así como por conquistar sus aspiraciones de igualdad y forzar reformas, siempre desde un punto de vista moderado. Estas aspiraciones, y ante la negativa de España, evolucionaron hacia el movimiento revolucionario que llevaría al levantamiento. Esto nos lleva de lleno al segundo artículo, donde se explica la formación, estructura y organización del Katipunan, sociedad secreta independentista, así como sus primeras operaciones contra los españoles. El tercer capítulo se encarga de describirnos la situación del ejército español en las islas y especialmente su reacción durante el mando del que entonces era el gobernador, general Ramón Blanco y Erenas.
Otro artículo más, define la vida y cotidianeidad de las tropas españolas sobre el terreno y su opinión del conflicto, datos basados en el estudio del correo de los soldados, casi todos de reemplazo. Hay que tener en cuenta que aunque con el paso de los meses la presencia de tropas europeas, aumentó a un nivel importante, el componente nativo era sobresaliente, provocando en los españoles cierto desasosiego frente la posibilidad de deserciones y traiciones, lo que menoscababa la confianza no solo de la tropa sino también de los mandos. Interesante, por otro lado, el artículo que nos muestra las diferencias internas entre los dirigentes independentistas, en el proceso de la guerra de independencia.
Pero sin duda, el centro neurálgico de este número lo protagonizan tres artículos, tres, dedicados a las operaciones militares llevadas a cabo por las divisiones y brigadas españolas. Tras las dudas operativas del gobernador Ramón Blanco a finales de 1896, la presencia del que le sustituyera, general Camilo García de Polavieja, induce a presionar, a principios de 1897, a los insurgentes en la península de Cavite, protagonizando algunos de los movimientos estratégicos más importantes de la campaña. Sin embargo, sus diferencias con Madrid, ante la falta los refuerzos solicitados y una enfermedad, hizo que finalizara la guerra el nuevo gobernador Fernando Primo de Rivera. La formación de la división Lachambre, conllevó a las victorias en Pasong Santol, Imús, Pérez Lasmariñas o San Francisco de Malabón, y la posterior retirada de los revolucionarios a las montañas centrales de Luzón, deviniendo en su arrinconamiento y en la negociación para lograr la paz. Una paz pagada y traicionada por sus dirigentes, quienes pactaban con los EEUU mientras aceptaban una indemnización del gobierno español. Filipinas lo pagó, con su posterior guerra con los EEUU y España lo sufrió con una retirada larga y lenta de las islas, provocando junto con Cuba, nuestro personal Desastre del 98.


2 comentarios:

  1. Buen comentario. Quizá echo de menos alguna referencia al papel preponderante de los frailes y la iglesia en general en la vida cotidiana colonial española.

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  2. Comentan su presencia y actividades, tanto de los españoles como los nativos, en alguno de los artículos, pero sin entrar muy a fondo.

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