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lunes, 5 de marzo de 2018

"Shameless" - Temporada 8

Ocho temporadas ya. Esta serie que versiona una anterior de producción británica es una de mis favoritas. Además no espero a que Movistar + la traduzca y me sumerjo en ella en VOSE, para mi sufrimiento, ya que mi inglés resulta muy flojo y más teniendo en cuenta que la serie se desarrolla en una familia desestructurada de un barrio marginal de Chicago. Sin embargo disfruto muchísimo ante las aventuras y desventuras de la familia más chiflada de la tele. Sus imposturas, malas maneras, locuras e idas de hoya, retan al buen gusto del espectador, utilizando un humor negro, sinvergüenza y muchas veces bastante sucio.  Pero mira por donde, estoy absolutamente atrapado por la serie.

Esta temporada, como suele ser habitual, juega con cada uno de los miembros de la familia, situándolos en situaciones tan comprometidas como extremas. Pero parece que su modus vivendi hace que ellos mismo se busquen problemas, a primera vista, de difícil resolución. ¿Por donde empiezo? Bueno, primero Fiona, el puntal de la familia, la madre de facto de todos sus hermanos, que ya decidió en la anterior temporada embarcarse en una aventura empresarial, para terminar comprando un pequeño inmueble con pisos de alquiler, y por supuesto, sus propios inquilinos, con los que surgirán cantidad de situaciones desternillantes, que harán de ella una propietaria responsable y sufrida. Ian sigue trabajando de enfermero en una ambulancia, pero en su vida comienza a dedicarse a atender y ayudar a jóvenes homosexuales perseguidos por sus padres y confinados en grupos religiosos para ser tratados su situación sexual, lo que le llevará a convertirse en un mesías para todos ellos. Carl, sigue a la espera de volver a la academia militar, mientras se empareja con una joven con graves problemas psicológicos y de enamoramiento, que le llevan a pasar momentos altamente desternillantes. 
Lip, es quizás el personaje que más sufre en esta temporada. Tras dejar el alcohol, ayuda en el taller mecánico de su padrino de ex alcohólicos. Sin embargo, sus problemas con su exnovia y sobre todo el reencuentro con su antiguo profesor de universidad, le traerá graves problemas de conciencia y cierto compromiso a ayudarles. Esta temporada, además, el jovencísimo Liam toma más protagonismo y comienza un nuevo curso escolar en un colegio de alto standing, en donde es el pilar de la integración racial en ese centro. Frank, por supuesto, además de haberse rehabilitado laboralmente, no pierde detalle ante las oportunidades que se le presentan al tomar contacto con los padres y madres de su hijo pequeño. ¿Y Debbie? Pues seguramente la que anda más despistada, con su hijo a cuestas todo el día y arrastrando todo el día que aquí para allá su maleta con el material de soldar. Por lo demás, y para terminar, Verónica y Kevin, aceptan a Svetlana otra vez en el bar, pero bajo varias condiciones, y todo ello tras descubrir Kevin a sus verdaderos padres. Sin duda, esta trama, es la que resulta más divertida, con mucho. Les tengo cariño a esta pareja. 
Bueno, en definitiva, una alocada y divertida temporada, aunque también tengo que decir, que se va notando cierto cansancio después de ocho entregas. Las situaciones, si bien siguen siendo rocambolescas no llegan a chocar tanto como las de temporadas anteriores y sobre todo, no han sido tan rompedoras ni irreverentes como en anteriores entregas. Y esto hace que me haya resultado algo descafeinada. Aún así, me lo he pasado muy bien viéndola, para que lo vamos a negar. Ahora a la espera de la novena, que ya están en ello.