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martes, 10 de octubre de 2017

"Blade Runner 2049"

Había mucha expectación por ver como iba a quedar la secuela de la mítica "Blade Runner" dirigida por Dennis Villeneuve y protagonizada por Ryan Gosling. Lo primero de todo es que desde mi punto de vista hay que plantarse ante ella tomando cierta distancia con la película inicial y, en todo caso, atender a dos o tres enlaces con los que el director conecta su película con la dirigida por Scott hace treinta años. Me refiero, por supuesto, a una continuación argumental, sin la que la cinta de Villaneuve no tendría sentido; una estética similar que a pesar de los treinta años trascurridos no pierda comba de la presentación y ambientación del producto original; y por supuesto, una lógica banda sonora que recuerde algo, aunque en este caso no alcanza ni de lejos la presencia de Vangelis y su composición que tan famosa se hizo entonces. Sin perder de vista estas tres perspectivas, no sería justo analizar "Blade Runner 2049" como un producto dependiente de la lógica fama y calidad del "Blade Runner" estrenado en 1982. Entiendo que hay que tomar cierta distancia.
Han pasado treinta años desde que allá por el año 2019, Harrison Ford encarnara a un cazador de replicantes del modelo Nexus 6. Treinta años después, tras explicarnos que Tyrell Corporation ha desaparecido tras sufrir el planeta una desconexión total, un emporio liderado por Niander Wallace, encarnado por Jared Leto, ha recuperado y mejorando parte de la tecnología de Tyrell, rediseñando a los replicantes y denominándolos modelo Nexus 8. Ryan Gosling, en el papel de un efectivo y nuevo blade runner llamado con la "K" de su número de modelo, se encarga de cazar replicantes fugitivos. En medio de una investigación descubre unos restos óseos que le llevarán a seguir una serie de pistas que enlazarán con el pasado, treinta años atrás y con su propia identidad.
Dennis Villaneuve en general ha superado las expectativas. Si bien  creo que el guion presenta cierta debilidad por su simplicidad e incluso ingenuidad a la hora de plantear el argumento con el que desplegar la trama de esta secuela, la genialidad implícita en la manera de hacer cine del director, cumple y supera lo que se esperaba de él. La presentación estilística del film es impresionante. La pantalla luce con una fotografía brillante y la ambientación del mundo en el año 2049 es apabullante. En este aspecto no hay duda de que Villaneuve es un maestro consumado. Además, a esto hay que sumar un absoluto control del tempo y el ritmo con el que se presentan los personajes y las circunstancias en las que interactúan los protagonistas, cuidando muy bien y con cuentagotas su desarrollo en la pantalla. Todo está medido al milímetro y sin prisas innecesarias que romperían el buen pulso de la trama. Si a primera vista los 160 minutos de duración del film pudieran parecer excesivos, me atrevo a negar la mayor, ya que precisamente la perfección técnica y de estilo de la película justifica con su belleza apabullante cada una de sus escenas.

Respecto a los actores, todos bien, con un Gosling centrado en su interpretación, sin aspavientos y en general correcto. Llamo la atención y mucho, en el trabajo de la española Ana de Armas. Su relación con "K" me resultó de lo más convincente de la película, a nivel argumental y sentimental. Una gran historia de amor y sin duda, lo mejor de la película. Harrison Ford bien, en lo que respecta a que es un icono de la película original y en cierta manera, personaliza el nexo de conexión necesario para enlazar con la secuela. Jared Leto interpreta con soltura a Wallace, en un papel en el que goza de muchas posibilidades interpretativas, sobre todo a un nivel casi filosófico y en el que se nota su trabajo y dedicación, aunque su personaje, al final de la película, se queda un poco descolgado de la trama. Por último, la actriz Sylvia Hoeks, convincente de la mano de su personaje, mano derecha de Wallace, si bien me recuerda en exceso a los fieles matones de los malvados coprotagonistas en las pelis de James Bond y creo que aporta poco o nada a la trama.
Con todo y aceptando que la película me gustó y es una auténtica proeza visual, tengo que apreciar que el guión es bastante pobre. Sin demasiadas sutilezas, Villaneuve ha engalanado y disfrazado con maestría un guión simplón y con ciertas inconsistencias argumentales. Me queda claro que, sin el portentoso trabajo del director, esta película probablemente no conseguiría llamarnos la atención como de por sí lo ha hecho y quedaría para formar parte de esas típicas cintas en las que la evolución de los seres artificiales rozan la perfección y terminan por identificarse con los seres humanos. Si bien esta idea con la que continua la secuela fue la original de Blade Runner allá por 1982, no debemos olvidar que es considerada una obra maestra no solo por su estética y dirección aportada por Ridley Scott, sino también por la originalidad del texto y trama que sorprendió y embelesó aquel año a los espectadores. Sin embargo, en 2017, un guión como el presentado en esta película resulta como poco, algo decepcionante. No es la primera vez que comento esto de Villaneuve. El guión de su último éxito "La Llegada"  también me llamó la atención por cierta inconsistencia en su desarrollo. Ya lo explique en su correspondiente reseña. Lo que pasa es que la labor técnica, la capacidad creativa y la fuerte presencia del genio del director, hacen que este detalle, resulte cuando menos insignificante y no ensombrece la que considero una película notable.
No queda claro si habrá una tercera entrega de "Blade Runner", aunque parece que visto el final de la cinta, bien pudiera darse el caso. No cabe la menor duda de que la secuela estrenada esta semana es una película convincente, compleja y bella en su presentación, además de apabullante en su forma. Un buen ejercicio del pundonor artístico de un director que ya se encuentra en el limbo de la dirección y al que no le faltarán nuevos proyectos de interés.