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jueves, 4 de mayo de 2017

"John Wick 2. Pacto de sangre"

Segunda entrega de las aventuras y desventuras del ex asesino a sueldo John Wick. Después de la apabullante y sorprendente entrega protagonizada por un renacido y omnipresente Keanu Reeves, uno de los dos directores de "John Wick", Chad Stahelski, retoma al personaje, en lo que parece será una trilogía. La acción comienza con el final de la guerra a muerte que mantiene la mafia rusa y Wick, en referencia a la recuperación del Mustang del 69 del protagonista. Tras regresar a casa, la jubilación de Wick parece que ya es un hecho. Sin embargo su pasado retornará a su hogar, para recordarle que aún tiene una deuda por pagar y el poseedor de ese pagaré no está dispuesto a dejarlo pasar. John Wick aún tiene que realizar un trabajo para olvidar su pasado y se verá entre la espada y la pared en un encargo que le llevará a un callejón sin salida. En este caso la Camorra italiana tomará las riendas de una guerra tan particular como global a nivel internacional. Maravillosas todas y cada una de las escenas de Roma.
De nuevo la estética y las coreografías en los tiroteos y escenas de acción protagonizan una película que resulta tan apabullante en violencia como adictiva por su ritmo e imagen. Keanu se ha integrado de manera camaleónica en un papel hecho a su medida. Se nota su trabajo continuo en el uso de las armas y el entrenamiento en el combate cuerpo a cuerpo, dando verosimilitud a sus acciones, aunque como suele suceder en estos casos, parece exagerada y casi increíble su capacidad de lucha y sufrimiento. Pero bueno, estamos hablando de John Wick, el nuevo Martin Riggs de "Arma Letal" o John McClane de "La Jungla de Cristal", aunque en el caso que nos ocupa, la elegancia, cierta actitud caballeresca, un toque chic y cosmopolita e incluso, la existencia de un código entre asesinos, redondea un personaje ya casi mítico e invencible. Me sigue encantando el trasfondo que rodea el Hotel Continental como refugio de los asesinos y la deontología y el código de honor que rodea este mundo tan extremo. Muy curiosas las escenas, con cierto aire retro, en que aparece la sala de transmisiones mediante la cual se comunican los miembros de este universo de delincuencia y lujo. Algunas escenas también recuerdan en algunos detalles la imaginería, de otra fantástica saga de la que pronto se estrenará la segunda parte: "Kingsman. Servicio Secreto".
Aunque la película ya no goza de la frescura, la sorpresa y ni siquiera la razón de ser de la primera y original, es indudable el carácter exclusivo y de entretenimiento de un producto, que ha ocupado su espacio en un género cinematográfico que había caído con los años en cierta desidia y monotonía. Sin duda John Wick es un personaje robusto, ahora a niveles casi míticos, que junto al buen hacer de su director, ofrece disparos, acción, estética y cierta filosofía marca de la casa, conquistando a los que añorábamos este tipo de películas y personajes con los que crecimos a finales de los ochenta y principios de los 90. La diferencia es que en el siglo XXI todo es más sofisticado, más bello, más estético y quizás, menos superficial. Por cierto acertadas la intervención del ya veterano Ian McShane y las incorporaciones a la saga de Riccardo Scamarccio, Common, Laurence Fishburne y Franco Nero. Obviamente el final de esta segunda película deja abierta la promesa de una tercera entrega. Solo queda esperar... ¡Qué bien nos cae John Wick!


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