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martes, 24 de enero de 2017

"El Nuevo Mundo"

Cuarta película de Terrence Malick y posiblemente una de las más incomprendidas de su carrera. La elección de la historia real de la princesa Pocahontas como trama principal de la película, hizo que gran parte del público no la recibiera con expectación. La huella de la producción de Disney de 1995 marcaba todavía mucho el imaginario del gran público.  Sin embargo, los más fieles a la filmografía del director se dejaron sumergir por una cinta tan preciosista como propietaria de un gran componente de realismo histórico, algo que, en mi opinión, hace de ella un producto imperecedero con los años y de muy alto grado cinematográfico.

Malick presenta la historia de la llegada de colonos ingleses a América a principios del siglo XVII. Entre los aventureros viajaba el capitán Smith, militar de profesión, que ante el encuentro con los aborígenes de la zona, toma la iniciativa de acercarse a ellos para conocer su cultura y costumbres. En ésto, conoce a Pocahontas, la jovencísima hija de uno de los jefes tribales, de la que se enamora. Sin embargo, con el tiempo, la relación entre colonos y los indios, genera fuertes rencillas, debido al deseo de los europeos por quedarse en las nuevas tierras americanas. Por diversas razones, Smith debe abandonar el campamento. Su espíritu de aventura le hace alejarse de Pocahontas. Con el tiempo y debido a supuestas noticias enviadas desde la expedición de Smith, la joven india, decidirá redefinir su ideal de amor y convivencia junto al caballero John Rolfe.  
"El Nuevo Mundo" es una metáfora sobre el encuentro entre los colonos europeos y los indios de américa. Lo desconocido campa ante todos ellos. Dos culturas se encuentran y se enfrentan. Y en medio de este choque surge la historia de amor, de curiosidad, de atracción de la joven india y el capitán. Mediante esta historia Malick plasma en la pantalla, de manera bellísima, la omnipresencia de la naturaleza, de la cultura primaria pero noble de los indios, de la mezquindad de buena parte de los colonos y sobre todo de la velada realidad que se presenta en el amor entre diferentes. 
La cámara del director, sigue con ojos objetivos, omnipresentes y limpios de toda crítica superficial, los sucesos, dejando al espectador, que se conduzca en la historia, acompañado, eso sí, de las diferentes voces en off de los protagonistas. Sus pensamientos sobrevuelan en nuestra mente, dejando un poso de humanidad, algo de falsedad y sobre todo bastante inocencia. La belleza de la fotografía, los barridos de la cámara, ya tan convencionales en el cine de Malick y una corta pero excelente elección de actores, colma el disfrute de, en mi opinión, una joya cinematográfica, donde la naturaleza, el amor y lo humano, supera lo histórico, ofreciéndonos una auténtica obra de arte.
Resalta entre el elenco de la película, la jovencísima y desconocida Q´Orianka Kilcher en el papel de Pocahontas. Su inocencia, curiosidad y timidez resaltan en una mirada limpia y rotunda. Collin Farrell funciona en el rol del Capitán Smith, así como Christian Bale en el de John Rolfe, insuflando diferentes modos de ver el Nuevo Mundo y a quienes lo habitan, desde un punto de vista occidental. En definitiva, los dos John, marcan diferentes maneras de amar, en el respeto uno, el otro en el enamoramiento, y entre estos dos fuegos, se encuentra Pocahontas, protagonista indudable de un cambio de ciclo en la historia, ante la colonización de América y en el escenario de una tierra virgen y sobre todo bellísima. Como he dicho antes una gran película, bella en su concepto; especial y preciosista en su presentación, gracias a su fotografía, montaje, banda sonora y la mano de un director bendecido por el don de trasladar imágenes, sentimientos y la realidad de lo más puramente humano, la vida.




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