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jueves, 28 de enero de 2016

"The Leftovers" - Temporada 2

Tras una desconcertante y sorprendente primera temporada, mi personal expectación y temor por ver qué nos depararía la segunda temporada de este producto de HBO, eran enormes. Me preguntaba cómo los creadores iban a seguir provocando al espectador, sin caer en el ridículo, algo no tan difícil de conseguir cuando jugamos con el género de los misterios existenciales y su razonamiento. La verdad, es que desde el primer episodio de esta entrega, el suspense y el misterio se han prodigado presentándose en la pantalla, de la mano de temas tan conflictivos como la vida después de la muerte, la radicalización de la religión y la simple y humana desesperación por lograr no solo la salvación sino también la seguridad de los tuyos frente a la desgracia y lo imprevisto. Francamente, aún rondando lo paranoico e inexplicable, la serie, me ha enganchado mucho más que la temporada anterior, logrando un equilibrio continuado en todos los capítulos, tanto en guión e interpretación.
Kevin Garvey junto a su hija y Nora, tras abandonar su puesto de policía, se traslada a un pueblo de Texas, realmente especial. Jarden, ahora conocido como Milagro, es el único pueblo de entidad a nivel de población, más de 9500 habitantes, en el que ninguno de ellos desapareció aquel funesto 14 de octubre. La entrada es restringida, la zona, vallada, recibe autobuses de turistas como si de un parque de atracciones se tratara y grandes grupos de personas desean obtener una pulsera que les permita vivir en el pueblo. A partir de aquí, y tras la desaparición de tres muchachas de la población, las creencias y sus bases, comenzarán a resquebrajarse. Por otro lado,  la exmujer de Kevin y su hijo, deambulan por el país, librando a personas que han caído en manos de los fumadores silenciosos. El pastor Matt Jameson sigue confiando que su mujer despierte de su actual situación y Megg Abott, se ha convertido en una líder radical que busca que nadie olvide lo que sucedió aquel 14 de octubre, utilizando medios que no son muy bien admitidos por su compañeros de creencias. 
Nuevos personajes, habitantes originales de Jarden, conviven en un pueblo que recibe tanta expectación y esperanza, que hacen que los propios ciudadanos se enfrenten por las consecuencias provocadas por el día de la desaparición de la población mundial. Las creencias se entroncan con los que piensan que no hubo milagro, sino casualidad, en el hecho de que en el pueblo no desapareciera ninguna persona. La llegada de nuevos vecinos y la desaparición de las tres muchachas, fuerzan situaciones de enfrentamiento extremas. 
Esta temporada se sumerge más aún en las creencias espirituales. La existencia de un más allá tras la muerte, la capacidad de la expiación de los pecados y el deseo imparable de vivir de nuevo en la normalidad y con los que más quieres, se personifica en el total protagonismo de Garvey, encarnado por Justin Theroux. Su relación con la fallecida Matty, imperturbable hasta la saciedad en la figura de la actriz Ann Dowd, junto al amor que profesa por Nora, encarnada por Carrie Coon, forma un triángulo que navega entre la liberación espiritual, un viaje a la expiación de los pecados y sobre todo, un amor verdadero por los suyos. Sin duda la base de toda la temporada. 
Es curioso observar como sus creadores, han llevado el análisis sobre las creencias entre los que quieren olvidar lo que sucedió y quienes creen como su deber, que la sociedad no lo olvide, hasta situaciones totalmente radicales. Me han recordado los extremismos surgidos de las religiones clásicas a lo largo de la historia universal. El uso de la fuerza, el engaño y la conspiración, juegan en la figura de Meg, interpretada por Liv Tyler, de una manera casi terrorífica y tan fría, que marca un antes y después en la serie. En la antípodas, como pasó en la primera temporada, el personaje del pastor, personificado por Christopher Eccleston, siempre esperanzado, confiado en el triunfo del bien y la Fé. Sin duda es el personaje que más me gusta de la serie, sencillamente maravilloso.
Como decía al principio, esta segunda entrega, ha marcado una de las series del año 2015. Su equilibrio en todos sus capítulos, el uso del suspense, mezclado con inteligencia en la espiritualidad y los deseos y miedos del ser humano, tan universales como reales, así como el misterio de lo desconocido e insondable, marcan una serie con estilo y personalidad propias. Una gran temporada, por su valentía y riesgo. La pregunta que me hago, es la misma que me pasó por la cabeza al terminar la primera entrega. ¿Hacía dónde nos lleva una serie con este perfil? ¿Será capaz de no caer en lo experpéntico o ridículo? Así lo espero, porque el nivelón de esta temporada, lo promete todo. Bien por HBO.


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