Etiquetas

martes, 1 de septiembre de 2015

"True detective" - Temporada 2

Grande ha sido la expectación que ha rodeado a la segunda temporada de True Detective. Innumerables comentarios en las redes sociales han surgido de la mano de los internautas conforme se iban estrenando los capítulos de la serie. Ha sido muy difícil separar de la mente de los aficionados la anterior temporada y las comparaciones generadas han pesado y mucho, a la hora de analizar y criticar la presente entrega de ocho capítulos. Posiblemente lo mejor sea intentar visionarla con la total intención de observarla como un producto independiente y diferente a su predecesora. Y que conste, que me ha resultado difícil. La sombra alargada de los capítulos de True Detective pesa mucho. Desde luego, voy a intentar analizar la presente temporada de la manera más objetiva posible y sin entrar en comparaciones estériles. 

La trama se sitúa en California, en una ciudad industrial, en la que los lobbys empresariales, los clubs de juego y la corrupción política y policial, campan libremente, como si se tratara de una ciudad sin ley. La aparición de un contable muerto en mitad de una carretera, sitúa a tres instituciones policiales al frente de la investigación, a la par que, el jefe del fallecido, inicia sus propias pesquisas para lograr descubrir el por qué del asesinato y las consecuencias en sus empresas y futuros negocios, especialmente rentables. Principalmente son cuatro los protagonistas de la serie. Tres policías, interpretados por Colin Farrell (Velcoro),  Taylor Kistch (Woodrugh) y Rachel McAdams (Bezzerides). El cuarto, el mafioso dueño de los clubs con deseos de expansión y que acaba de perder al contable, lo interpreta Vince Vaughn (Semyon). Conforme avanza la serie, los hilos se entrecruzan, enmarañan y terminan por sacar, a la luz mucho más de lo que parecía en un principio, conformando un argumento policial, complejo y especialmente rebuscado, mientras se muestra al espectador el pasado, las debilidades y complejos de los protagonistas.
Bueno, vamos por partes. Respecto al argumento, me acabo de referir al mismo en el anterior párrafo. Los creadores de la serie, van deshilando muy poco a poco la trama policial y de corrupción a lo largo de, por lo menos seis de los ocho capítulos. De tal manera que, en mi opinión queda muy lastrada su evolución, no solo por lo complejo de su estructura, sino también por el ritmo, muy lento, de estos seis capítulos. Es cierto, que a partir del final del sexto, la serie, en mi opinión cambia de pulso argumental, favoreciendo con dos excepcionales capítulos finales, la resolución de la trama. Luego seguiré con este tema. Respecto a los personajes, sin duda no encontramos con unos individuos complejos, con un perfil de perdedores bien marcado, que quizás resulte lo más interesante de la serie, remarcando mucho y especialmente en los primeros capítulos, las personalidades oscuras y penitentes, que lastran un pasado marcado por diferentes circunstancias. Precisamente, lo que creo que desequilibra la serie que hoy reseño, es la diferencia de peso específico que vislumbro, entre ambos factores, es decir, entre la trama y las personalidades de los protagonistas. Lo que, a mi parecer, resulta un hándicap para el ritmo y seguimiento de la serie. En resumen, veo una gran diferencia entre los seis primeros capítulos y los dos últimos, a pesar de los intentos de los creadores de intercalar algunas escenas de acción en su primera parte. Por ello, resulta complejo captar la atención del espectador y mantenerla con cierta alegría, durante estos primeros capítulos, lo que generó tanto movimiento y opiniones en las redes.
Sin embargo, respecto a la interpretación de los actores, veo más cosas buenas que malas, por decirlo de alguna manera. Colin Farrell realiza una de sus grandes actuaciones, profundizando en el detective Velcoro, con sus adicciones, quebrantos y sufrimientos, logrando en conjunto un trabajo muy redondo y notable. Rachel McAdams completa, paralelamente a Velcoro, como la sheriff Bezzerides, una soberbia y compleja actuación, planteando la imagen de una policía dura en un mundo de hombre, llena de dudas e inquietudes por un pasado truculento. El tercer policía en discordia, interpretado por Kistch, puede resultar un papel más plano, pero el peso que carga el actor en su pasado, en su propia sexualidad, no resulta fácil manejar, y aunque más frío que los otros dos, logra una actuación más que decente. Hasta aquí lo positivo. Ahora me enfrento a la disyuntiva de analizar el trabajo de una Vince Vaughn, valiente en su cambio de rol interpretativo y que además ha gustado bastante en las redes. Sin embargo, a pesar de ser uno de los personajes con más posibilidades, creo que Vaughn no ha estado a la altura, realizando una interpretación demasiado estirada, contenida, hasta tal punto que en algunos momentos me resultaba en exceso falsa. Valoro su apuesta por un papel profundo y muy oscuro, sin embargo no creo que haya logrado transmitir del todo, el orgullo y la prepotencia de un personaje, que juega entre el poder y la traición.
Por último, debo alabar el trabajo de producción, técnico y ambientación. La localización de la ciudad donde se desarrolla la trama, logra ahogar al espectador con paisajes industriales, nudos de carreteras y el juego estilístico de los interiores de muchas de las escenas. Remarcar la taberna donde se juntan algunos de los protagonistas en sus entrevistas, o la casa del mafioso Semyon o el hotel de carretera donde se refugian los protagonistas en los últimos capítulos. La iluminación, el filtro de luz, la coloración, resultan admirables y excelentes, creando el ambiente de claustrofobia en el que viven los personajes. La música, es otra apuesta importante de la producción, que genera no pocos fans. 
Terminar diciendo que tengo sensaciones encontradas. Reconozco un buen producto en esta temporada segunda, pero la encuentro algo desequilibrada en su ritmo y compleja en su trama, lo que ha resultado pesado en mi opinión. Los primeros capítulos, en determinados momentos, excesivamente lentos y autocomplacientes. Sin embargo, otros supuran calidad a raudales, sobre todo en los sus dos últimos. Las interpretaciones aportan calidad y rotundidad, con algunos peros sobre el trabajo de Vaughn. Y técnicamente impecable. Muy posiblemente es una serie que tenga que verse dos o más veces para descubrir recovecos, rincones oscuros y tramas escondidas... El tiempo dirá.