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miércoles, 7 de mayo de 2014

Noé

No se como comenzar esta reseña. Le estoy dando vueltas y vueltas y la verdad, es que sigo extrañado y sorprendido, cuando intento reconocer a Aronofsky como director de este film bíblico y solo lo reconozco en algunas fases, pocas en el metraje, de una película excesivamente larga, poco personal y bastante decepcionante. 

Creo acertar, si aseguro que no hay nadie que no conozca al personaje de Noé y su extraordinaria misión de reunir a los animales del mundo, conducirlos en un gran Arca, para salvarlos del castigo de Dios, del diluvio, lanzado para castigar la maldad y el olvido de lo divino en el ser humano. Con esta premisa, no le falta trama y argumento al director para crear una película más o menos interesante. Pero lo que ha conseguido Aronofsky, queda en un limbo cinematográfico, entre un mensaje pseudo-divino y ecologista y la pretensión de crear una película épica, en la que ciertos aspectos fantásticos, maridan mal en su conjunto.
El director nos presenta a los personajes, a los ascendientes de Noé y los suyos (sólo algunos a falta de más familia), como los que respetan la tierra y la creación divina, en contraposición a la generalidad de los humanos, que han caído en la sobre explotación del planeta, con un cierto perfil industrial, y que cogen y arramplan con todo lo que quieren a su antojo, caza, minerales, agua, vegetación, para su propio bien, sin mirar al prójimo. En esta primera parte, el director mezcla lo ecológico con lo divino, por lo que el hombre debe subsistir con lo mínimo para no morir, en vez de actuar explotando los recursos de la tierra. Claro ataque a la sobre explotación actual, cogido con pinzas, si realmente tratamos en la película de una época tan arcaica y lejana. Posiblemente la biblia no trata este problema como un desarrollo excesivo de la población, sino más bien, como un rechazo al pecado, desenfreno y sobre todo al olvido de Dios por el hombre. Pero bueno, la visión del director, creo que es otra, y a mi me choca. Demasiado moderna o contemporánea.
A lo largo de la película, Aronofsky crea un mitología, en mi opinión extravagante, sobre todo en la figura de los Vigilantes, que me recuerda más a los árboles andantes de Tolkien y la película de Jackson, que a los pretendidos Angeles caídos de la gracia divina. De la misma manera, veo en este film, ciertas escenas de devastación similares a algunas de "El Señor de los Anillos". Todo ello, logra empañar el trabajo de un guión, que en el fondo busca desesperadamente enviar un mensaje ecologista al espectador, sobre las acciones de un Noé elegido por la mano divina, y que recibe la misión de construir el Arca sin dudar. El problema está en la búsqueda de imágenes impactantes, al estilo de Emerich o Bruckheimer, desnaturalizando el fondo y la intención del texto original. 
Por otro lado, los personajes no consiguen, en mi opinión, transmitir emoción, dolor o duda. Todo lo demás empaña, esconde la pretendida humanidad de los personajes. Russell Crowe, excesivamente envarado y pesado, fuera de papel. Jennifer Connely, en mi opinión demasiado bella en una actuación centrada, pero que no cuadra en exceso con el perfil de su personaje. Emma Watson, resulta bastante creíble, en un papel secundario por el que se intenta quitar de encima la sombra de Hermión y que posiblemente, conseguirá hacerlo con el tiempo. Y como no, un malo, malísimo encarnado por un solvente Ray Winstone.
Llamar la atención, en lo positivo, en la idea de desconcierto y dudas, que el director consigue emplazar alrededor de Noé y su familia, ante la misión encargada por Dios. El asombro ante semejante periplo, no deja de confundir a los protagonistas. Además muy interesante la manera de contarnos la creación del mundo y la caída en el pecado de Adán y Eva y lo sucedido alrededor de sus hijos Caín y Abel. Quizás lo mejor del metraje, por su estética y por la manera de contarlo. Por lo demás, la película resulta desequilibrada, apabullante en algunos tramos y aburrida en otros. Sobre todo sorprende la intemporalidad de la misma. Lo mismo podríamos encontrarnos en un futuro devastador e hipotético, al estilo de Mad Max, que en una película fantástica, estilo el Hobbit. El problema es la indefinición del film, que finalmente produce más apatía que interés, por una historia bíblica, de por sí interesante y potente. Pero que creo Aranofsky, no ha sabido transmitir en la pantalla lo que pretendía, dejándose llevar por lo espectacular y lo imaginativo.