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lunes, 3 de marzo de 2014

"Una cuestión de tiempo"

Como ya comenté en una reseña anterior, Richard Curtis no solo es uno de los guionistas más reputados de Inglaterra, sino que tras su salto a la dirección, con su película Love Actually, demostró su capacidad más que solvente para dirigir sus propias historias. Con todo ello, y la sensibilidad necesaria para crear películas donde la comedia y el romanticismo juegan con unos guiones locuaces y divertidos, el director no necesita acercarse a la sensiblería tonta de otras producciones o a la utilización de lo grosero, tan en boga en otros films pretendidamente cómicos y graciosos.

Precisamente, en 2013 estrenó esta nueva película, en la que un joven abogado recibe de su padre la noticia de que los varones de su familia pueden viajar al pasado. El uso de los viajes del tiempo ha sido utilizado frecuentemente en la cinematografía. Desde las versiones más clásicas de la novela de H.G.Wells, "La máquina del tiempo", pasando por muchas más, siempre este tipo de historias ha sido utilizado en la trama de un buen número de películas. En este caso, Curtis, utiliza esta capacidad de trasladarse en el tiempo, como simple herramienta para contarnos la historia de este muchacho que recientemente ha cumplido los 21 años y cómo transcurre su vida tras afincarse en Londres, para ejercer su profesión de abogado. Por supuesto, su afán en la vida, además de llevar una vida lo más normal posible en la capital, es la de entablar una relación, como proyecto de vida.
De manera simpática, emotiva y siempre con muy buen talante, el director nos cuenta como, tras encontrar a la que puede ser la mujer de su vida, utiliza de vez en cuando su poder para mejorar en lo posible, no solo su relación sino también la vida de los seres que le rodean. En primer lugar su familia, algo excéntrica, como no podía ser menos, con una madre seria pero sensible, con un padre comprensivo y amante de la literatura, un tío elegante, pero extremadamente despistado y una hermana, digamos diferente y algo alocada. Pero eso sí, una familia unida y protectora. Además están los amigos y conocidos del protagonista, seres irrepetibles, diferentes... que forman  los típicos perfiles algo peculiares, ya utilizados en otras películas del director.
Obviamente los momentos cómicos y divertidos, tiene cierta relación con sus viajes al pasado, pero también, en un algunos de los momentos más dramáticos de la película, que los tiene, podemos vislumbrar la relación cercana y profunda de este muchacho con su familia, en particular con su padre, al que adora. Los juegos de tiempo pasado-presente, aunque tienen sus lógicas fallas, logran crear momentos tan sensibles y humanos, en los que el montaje de la película tiene su importancia, para no perdernos en los bucles lógicos de esos viajes. Como no, hay escenas que quedan en la retina, por su ingenio y buen rollo, como el paso del tiempo en la estación del metro, donde un grupo toca su tema mientras transcurre la relación de los protagonistas; o la celebración de la boda que a pesar de las circunstancias, no quita la sonrisa a los asistentes, gracias también a cierto paseo al pasado.
Como siempre gran selección de temas musicales, para acompañar una cinta, simpática, cercana, llena de guiños de buen rollo y con un punto de sensibilidad difícil de conseguir. Además, de una buena selección de actores, liderados por la joven pareja Domhnall Gleeson y Rachel MacAdams, están especialmente acompañados por los experimentados Bill Nighy, Tom Hollander y Lindsay Duncan. Está claro que éste es el camino del director, que sin complicaciones, sigue demostrando que es un maestro en la creación de estos productos de comedia tipicamente británica, ya tan clásicos en su cinematografía. Que no falte nunca el lado positivo de las cosas, porque con ello seguro que mejoraremos la visión de la vida y nuestro alrededor.