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domingo, 23 de febrero de 2014

"Las brujas de Zugarramurdi"

El último trabajo de Alex de la Iglesia, nos cuenta el atraco llevado a cabo por dos amigos, que junto al hijo de uno de ellos, recientemente separado, atacan una oficina de compra-venta de oro en la Puerta del Sol de Madrid, tras lo cual, inician la huída en un taxi secuestrado, con la intención de pasar la frontera hacia Francia. Poco antes de llegar a la zona fronteriza realizan una parada en el pueblo navarro de Zugarramurdi, famosos por sus akelarres de brujas realizados siglos atrás. A partir de este momento, el único interés de los ladrones es lograr sobrevivir al ataque de unas mujeres que resultan ser auténticas brujas y pasar la frontera con el alijo robado.

De ritmo frenético y alocado, Alex de la Iglesia, nos vuelve a presentar una película llena de bizarra comicidad, que junto a un poco de terror, aderezado de viejas leyendas oscuras del norte de Navarra, nos inicia por una aventura acelerada de tiros, huídas, peleas y akelarres, en las que las brujas pretenderán invocar a la madre de todas ellas, una colosal bruja, que seguro quedará en la retina del espectador por su bamboleante movimiento e inmensidad de físico nauseabundo.
Ganadora de 8 Goyas de la edición celebrada recientemente, casi todos ellos técnicos, excepto el de la mejor actriz de reparto, para Terele Pavez, el mérito de esta película está en la facilidad y pericia del director en crear escenas de acción, que junto con un montaje solvente y complejo, consigue ser, en mi opinión, el director que mejor entiende el género de acción de este país. Con la participación de un conjunto importante de actores, que realizan una interpretación tan alocada y pseudodivertida, como pretende ser la película, nos encontramos ante un film de puro entretenimiento, siempre que no demos mayor importancia al intento del guionista de introducir elementos chistosos y más o menos divertidos, que en mi opinión no logran arrancar más que unas  cuantas sonrisas facilonas.   
Sin embargo, en los momentos más álgidos de acción, como en su primera media hora, o en la maravillosa creación del akelarre, situado en las auténticas y verídicas cuevas de Zugarramurdi, es donde Alex de la Iglesia consigue aupar la película a niveles de calidad. Seguramente todo ello, de la sensación de que nos encontramos con un film algo irregular, donde su tramo central produce cierto hartazgo y aburrimiento, superado, como he dicho en su media hora final, donde el director, maneja con gran soltura la cámara y domina el género de la acción, sin problemas.

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