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jueves, 6 de febrero de 2014

"El último concierto"

Después de cumplir su 25 aniversario, un famoso cuarteto de cuerda de Nueva York, prepara la nueva temporada de conciertos. El violonchelista, interpretado por Christopher Walken, decide hacerse unas pruebas médicas tras el primer ensayo y le diagnostican los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson. Ante semejante noticia, toma la decisión de retirarse y realizar su despedida en el primer concierto de la temporada. Este será el detonante que hará desquebrajarse el equilibrio y la continuidad del cuarteto, dando lugar a enfrentamientos, separaciones y reproches entre los otros tres integrantes de la formación.

El resto de cuarteto lo integran al segundo violín y la viola, un matrimonio interpretado por Philip Seymour Hoffman (fallecido recientemente) y Catherine Keener,  y el primer violín, papel que ocupa el actor Mark Ivanir. Además, Imoogen Poots, actúa llevando a la pantalla a la también violinista e hija  de dicho matrimonio, que intervendrá en la relación de los componentes del cuarteto, haciendo zozobrar una relación de 25 años en los escenarios y en lo personal. Además hay que añadir otro protagonista, a la película, en este caso, la partitura de Beethoven para cuarteto nº 14 Opus 131, obra con la que quieren abrir la nueva gira y que protagonizará con su belleza y sonoridad la bso de la película.
Se trata de una película llena de sensibilidad. Sutil y sobria, en el tratamiento de la amistad y las relación entre los protagonistas, que ante la enfermedad de uno de ellos, responderán de diferentes maneras ante el nuevo futuro del conjunto musical, anteponiendo su realidad personal, frente a la idea común que les ha unido durante tanto tiempo, el cuarteto de cuerda que componen. Su director, Yaron Zimmerman, compone en su primera película, un conjunto de estampas y escenas, que juegan con el bello escenario de Nueva York y particularmente de los paisajes nevados de Central Park. Con un guión templado y en algunos momentos emotivo, el director presenta una pequeña joya, tanto argumentalmente como estéticamente. Su conjunto actoral, con unas interpretaciones medidas y llenas de detalles, realizan un brillante trabajo, no solo interpretativamente, sino también transmitiendo un amor y un apasionamiento por la música difícil de ver en la pantalla. El soliloquio de Walken, en la clase del conservatorio, contando su anécdota con el solista Pau Casals, es de los que se recuerdan y dejan huella por su profundidad, sensibilidad y pasión. No puedo evitar añadir esta escena maravillosa. Definitivamente, una de esas películas que gusta ver más de una vez.

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