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domingo, 19 de enero de 2014

"Guerra mundial Z" - Max Brooks

Max Brooks publicó en España su primer libro titulado Zombie - Guía de supervivencia en 2009. En la línea de la última década, no solo el cine se ha surtido de historias de zombies, sino que también la literatura tiene un número importante de escritores y lectores que gustan el género de los muertos vivientes. Sin embargo, y a pesar de no haber leído su primer libro, pero si éste que reseño, la esencia de Brooks, no es plantearnos simplemente la huida, desventuras y fatalidades de un cierto número de humanos huyendo de una plaga de zombies. Lo que intenta transmitir es qué pasaría si realmente una plaga universal contagiara a los humanos. Cuales serían las consecuencias reales de este suceso en el entorno de nuestra sociedad. En su primer libro, nos marca una guía de supervivencia ante la plaga, pero sin profundizar en exceso en la universalidad del problema y las posibles reacciones. Sin embargo, en Guerra Mundial Z, el escritor sí que se preocupa de investigar y obviamente imaginar, como sería, en una realidad hipotética, la invasión de una plaga que convierte en zombies a la humanidad, ya sea desde el punto de vista económico, social, militar, sanitario, de un planeta globalizado en todas la estructura de su realidad.

El escritor se presenta en el libro, como un investigador que ha realizado para las Naciones Unidas un informe sobre la plaga, desde su inicios hasta la práctica erradicación de los zombies, una vez terminada la guerra que asoló la tierra. Por medio de entrevistas, que jalonan toda la extensión del libro, el autor nos va desgranando la reacción de la población humana y todas sus estructuras sociales frente a una invasión que prácticamente asola y destruye a casi toda la humanidad.

La aparición de los primeros casos y su expansión por todo el planeta, marcan el inicio de un libro lleno de explicaciones y teorías plausibles. Cómo el contagio se expandió por mundo por culpa del transporte aéreo, pero también debido al tráfico ilegal de órganos vitales que provienen de países del tercer mundo. La dificultad del control de fronteras y la expansión de la plaga cruzando territorios incontrolables por las autoridades, son asuntos en los que teoriza largamente. 

Por supuesto en los inicios de la enfermedad, los hay quienes se aprovechan de las ocasión, como nos relata el autor. Farmacéuticas, traficantes de seres humanos, brockers que manipulan la bolsa aprovechando la inicial crisis mundial, bastan para demostrar que lobos, también los hay en nuestra sociedad.

Una vez que la plaga se ha propagado en ciudades y entornos poblados, surge el problema de cómo aislar y anular la plaga. Los ejércitos de diferentes países utilizan los medios a su alcance, siendo casi todos insuficientes. Por supuesto la opción nuclear, aunque utilizada en algún territorio (India y Pakistán), se elimina por razones obvias. En EEUU, las tropas son desbordadas y deben retirarse tras las Rocosas, dejando focos de resistencia para la posible contraofensiva. En otros países, las soluciones son más drásticas, como en Rusia, China o Corea del Norte, donde los individuos son meros números a los que utilizar contra la plaga.

Solo el frío es capaz de congelar y parar a un zombie, con lo que las zonas altas y del norte del planeta se llenan de refugiados, pero ellos también tiene que sobrevivir a la inclemencia del tiempo y al hambre. Además al llegar la primavera, los infectados despiertan de su letargo como si volvieran de una hibernación. Las soluciones son cada vez más escasas. Brooks nos cuenta diferentes situaciones extraordinarias: La supervivencia de los tripulantes de un submarino nuclear chino, o de los integrantes de la estación espacial en órbita sobre la tierra. Es curioso también el caso de como los infectados en alta mar al hundirse sus barcos o al caer al agua, no mueren, sino que transitan por los fondos oceánicos hasta que por casualidad llegan a una playa y vuelven a tierra firma, creando nuevos peligros para sus habitantes.

Por último y para vencer esta guerra por la supervivencia del ser humano, el autor nos cuenta cómo la fisonomía de una resistencia ha tenido que modificar sus capacidades y mediante la creación de un ejército que ha sabido renovarse a las circunstancias, hacen que, con la contraofensiva mundial, comandada como no, por los EEUU, comience la recuperación de territorio. Curiosa la utilización en las grandes batallas, de los cuadros de soldados, frente a las mareas de zombies, asemejando los viejos cuadros formados  por los británicos en sus diferentes guerras coloniales del XIX.

Casos curiosos llenan el texto, como la huida en Japón de un chaval loco por la informática, que debe sobrevivir y huir de la plaga, desde su pisito en un rascacielos. O la historia de un anciano ciego que subsiste en las montañas de Japón, con una katana y mucho oído. La utilización de los perros será importante en la lucha contra los zombies, su preparación y entrenamiento, ocupan un lugar en el libro. La aviación tendrá su importancia para proveer de ayuda a los núcleos de resistencia, junto con la lucha en ciudades abandonadas, montes, granjas, pueblos o subterráneos. El libro está lleno de interpretaciones, casuísticas y anécdotas, perfectamente documentadas y que podrían ser creíbles y reales, si la situación contada en el libro dejara de ser una ficción sobre muertos vivientes y su expansión por la tierra. Son interesantes las distintas implicaciones de Israel y Cuba, países pequeños, pero que reaccionan ante la situación de una manera más pragmática por su situación geo-política en el mundo.

Un libro, entretenidísimo, que se lee con suma facilidad, con sus fases dramáticas, con otras divertidas, pero siempre, con el protagonismo de individuos y grupos humanos, con sus propias debilidades, que se encuentran frente a la extinción, ante una plaga, contra la que el mundo no sabe como reaccionar. Pura inventiva, pero llena de datos y elementos basados en la realidad, que crean un activo en una novela de zombies, con mucho más sentido humano de lo que parece. 

Por cierto, la versión en cine reseñada en este blog hace unos días, no es capaz de transmitir ni de lejos la realidad del libro. Aunque algunos datos si que provienen de la novela, en general, la película corre diferente camino que la obra de Brooks, cuyo trabajo supera con creces al film. Un sólo apunte. En el libro los zombies no corren que se las pelan como en la peli. Pero, aún así, sus mareas siguen siendo imparables.

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