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viernes, 21 de junio de 2013

"Habemus Papam"

¿Qué sucedería si tras morir el Papa en Roma y después de celebrarse el cónclave para la elección de su sucesor, al elegido le entra el pánico y decide echar marcha atrás en su decisión de aceptar el Pontificado? Este es el argumento de la película “Habemus Papam” dirigida por Nanni Moretti en el año 2011. Fue presentada en el Festival de Cannes y además ganó tres premios David de Donatello, incluido al de mejor actor. Desde luego nos encontramos con una película, que aunque está presentada como una comedia, no deja de tener algunos tintes dramáticos de relativa profundidad. Vayamos por partes. Podemos decir que en el film encontramos dos líneas argumentales paralelas. Por un lado la de ámbito más serio, que describe las dudas y las reflexiones del cardenal designado y por otro los quehaceres de los cardenales de la Curia Romana en el Vaticano durante el lapso de tiempo en que el Papa cabila sobre que decisión tomar ante su designación, siendo esta la parte más cómica de la película.

El enlace entre estas líneas lo soporta el portavoz del Vaticano que a sabiendas de las dudas del protagonista, lo oculta a los Cardenales, evitando que estos abandonen el Vaticano, con lo que provoca situaciones francamente cómicas, pero también casi rozando un humor bastante simplón. A todo ello hay que añadir la presencia de un psicoanalista, encarnado por el propio director, que actuará de pieza atea o agnóstica dentro de los muros del Vaticano. Particularmente, aunque ha hecho que sonriera alguna vez, la parte cómica de la película me ha parecido la más floja, dando la impresión de aunar simples sketches graciosos, sin ningún sentido.

De otra manera, si que veo mucho más interesante la parte de la película que aborda las dudas y miedos del cardenal elegido para ser Papa. Es curioso como al principio de la película de una manera más o menos divertida, se cuenta cómo en el cónclave algunos cardenales rezaban para no ser elegidos. A partir de aquí, se plantea la situación de cómo una persona, que dedicada toda la vida al sacerdocio, de repente, debe asumir su condición de ser el representante supremo de Dios en la tierra. Y esto nos lleva, quizás a la crítica no excesivamente hostil, pero crítica sin duda alguna, que el director pretende dirigir con la jerarquía eclesial y la figura del papado.
No puedo dejar de mencionar el estupendo trabajo del protagonista, el actor italiano Michel Piccoli, que encarna  a las mil maravillas al Papa díscolo. Sus miradas llegan a transmitir melancolía y reflejan momentos especialmente entrañables. Por otro lado, el director aprovecha la afición del cardenal elegido al teatro, para hacer un sentido homenaje al autor teatral Chejov. A pesar de las escenas cómicas que rayan la parodia, y rozan la idea de un sainete o chiste mal traído, la película no deja de ser una reflexión sobre la figura Papal y sus responsabilidades. Al final de la película es difícil encontrar la moraleja y su mensaje se queda en un intento de crear cierto debate entre los espectadores.  Ciertamente, si pretendía ser una crítica a la curia del Vaticano, se queda corta y si, por otro lado pretendía ahondar en las dudas ante la responsabilidad del elegido para ser Papa, no llega a tratar el tema con suficiente consistencia.