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sábado, 18 de mayo de 2013

"La colina de los diablos de acero"

Anthony Mann dirigió en 1957 está película que se desarrolla durante la Guerra de Corea. Este conflicto había acabado en tablas en 1953, y las sensaciones que había dejado en EEUU eran bastante contradictorias. Los americanos tras una primera parte de la guerra muy favorable tuvieron que recular ante la participación pro-norcoreana de China y ante la posibilidad de de una confrontación nuclear, se decidió poner fin a la contienda con la creación de una nueva frontera a lo largo del Paralelo 36.

En esta  película un pelotón de los EEUU, bajo el mando de un teniente interpretado por Robert Ryan, se encuentra tras las líneas enemigas. Los soldados intentarán cruzarlas y regresar al campamento del regimiento que se encuentra en una colina en mitad de la nada. Además se encontrarán con un sargento que transporta en un jeep a un coronel afectado psicológicamente por la guerra. El duelo entre el teniente y el sargento será continuo a lo largo del film.
La tensión y la soledad en terreno enemigo, son los grandes protagonistas de esta cinta con marcado carácter anti-belicista. El pelotón pasa por situaciones que ponen a prueba sus miedos y nervios frente al enemigo, al que se ve pocas veces, ya que actúa en emboscadas y casi continuamente escondido. Esta situación acentúa todavía más la sensación de opresión sobre los soldados, que en algunos momentos pierden los nervios, manifestándolo de diferentes maneras. No es una película bélica típica de la época. Se parece más a las cintas dedicadas a la guerra de Vietnam que a la anterior 2ª guerra mundial. El componente perdedor aparece a lo largo del metraje. La sensación de abatimiento y de no ver el sentido de la guerra, aunque no se dan de forma evidente, si que se dejan intuir en las conversaciones de los protagonistas. 
El ritmo pausado y la tensión generada por los largos silencios y los extensos planos de las escenas hacen que nos encontremos con una cinta  de género psicológico más que bélico. Al final de la película, se homenajea a los caídos en el combate final, lo que no deja de ser una metáfora extensible como recuerdo a los muertos en la Guerra de Corea.