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viernes, 31 de mayo de 2013

"Adiós, muchachos"

La visión de la 2ª guerra mundial y particularmente de la persecución de los judíos en la Francia ocupada de 1944 puede ser también inocente. Precisamente, éste el tema central de la película francesa “Adiós, muchachos”, dirigida por Louis Malle en 1987. La vida transcurre en un internado católico de niños franceses, intentando que las consecuencias de la guerra y la ocupación nazi no alteren el día a día del colegio. Sin embargo, el ingreso de nuevos alumnos, poco a poco trastocará la  convivencia del centro y tendrá consecuencias inevitables que afectarán el modo de ver la vida de los chavales.
Esta película fue uno de los grandes éxitos del cine europeo ese año. Ganadora del León de Oro de Venecia, nominada a mejor película extranjera en los Oscar y también fue triunfadora en los premios César franceses. El tratamiento de la inocencia de los niños que conviven en el internado, su mundo protegido de la realidad de la guerra, es el gran triunfo de esta película. La convivencia de los niños, transcurre entre clases, juegos, peleas, descubrimientos, y por qué no, en la monotonía de la vida de un colegio normal y corriente. Cada vez que los sacerdotes sacaban a los niños del colegio para ir de excursión o simplemente para acudir a una casa de baños, lo hacían de manera rápida, como temiendo que la realidad del mundo que les rodeaba pudiera imponerse a la inocencia de los alumnos bajo su protección. La entrada en la escuela de un alumno en particular, llevará a que la visión del mundo del colegio, y particularmente, la de un interno con quien entablará amistad, cambien radicalmente. La inocencia de la vida infantil irá desapareciendo para ir percibiendo la realidad de la ocupación y las injusticias e inseguridades provocadas por el régimen nazi y su entorno, alrededor del internado.
Nos encontramos con un film que desde la visión de un niño, nos va descubriendo la  realidad a la que se enfrentaron los países invadidos por los alemanes durante la guerra. Pero esta realidad se va vislumbrando a lo largo de la película, desde la perspectiva más infantil. Igual que si la niebla que no les deja ver el mundo real, fuese dispersándose conforme los protagonistas van descubriendo lo que sucede en el exterior, poco a poco y de manera velada. Es como si los niños vieran a través de los barrotes de una jaula de oro, que representa al colegio, lo que sucede alrededor, y que a pesar de defenderles del exterior, las consecuencias de la guerra terminaran por afectar su mundo.